lunes, 12 de julio de 2010

Parábola del Artista.

Era un mundo habitado por ciegos. Todo parecía inamovible, incólume, impávido. Nada podía ser cambiado de lugar dado las condiciones de los habitantes. Todo transcurría en los mismos lugares, las mismas horas, en una rutina perpetua. Entonces, nació, era hermoso, pero tenía un defecto, percibía todo su alrededor, podía ver. Divisó un cielo infinito, los colores que se agolpaban en su iris, maravillas que los demás pasaban por alto. Creció, y quiso crear cosas, plasmar con letras y figuras todo lo que veía. Lo hizo. Intentó mostrárselo a los demás y entonces comprendió, que él nunca seria comprendido. span>

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