domingo, 30 de junio de 2013

Somos uno...

Ese día el abuelo empezó a hablar en el círculo de danza: Todo es un círculo, lo que haces te regresa, lo que no haces te regresa. Todo es un continuo movimiento circular: las galaxias, los sistemas, incluso los cometas vuelven de cuando en cuando mostrándonos la maravilla de lo que hay más allá de los cielos. Pero el universo no solo es un ente que se mueve a placer, se mueve de tal manera que todo lo que hay en él se mueve, una danza que se mueve armónica, en pequeños pasos. La tierra gira sobre sí misma y a la vez alrededor del sol, así existen el día y la noche, el mundo recibiendo la energía diurna y la energía nocturna, pero no solo está la tierra, están los demás planetas, Júpiter, por ejemplo, evita que las estrellas que caen lleguen a nosotros. Todo se mueve en armonía. Se calló. Un silencio envolvió su rostro. Se levantó, acercó un pequeño paquete de piel, parecía envolver algo. Desenrolló el paquete y salieron a la vista plumas, de vistosos colores, de quetzal, guara, lechuzas, garzas, etc. Los ojos de los jóvenes brillaban. Bien –les dijo el abuelo- les daré 8 plumas, 2 de cada color que quieran, pero antes tienen que hacer algo por la comunidad. Esto no es una competencia, tienen que hacer las cosas de todo corazón. Los espero la otra semana para ver que han hecho.
Y así fue, los jóvenes anduvieron entusiasmados intentando cada quien hacer la mejor obra por la comunidad. Pasó la semana.
Ahora ya estamos reunidos una vez más, dijo el abuelo, ahora díganme que han hecho ustedes. ‘Yo le ayudé con los quehaceres a una abuela toda la semana’ dijo uno, ‘Yo estuve cuidando de un señor enfermo’ dijo otro, ‘Yo le ayudé a unos niños huérfanos’ contestó otro.

Todos han hecho bien, contestó el abuelo con su voz ronca y vieja como la montaña, pero ninguno es merecedor de las plumas. Todos se quedaron pasmados ante esta respuesta. Ninguno los merece porque no actuaron como deberían, ¿Acaso no les dije que el universo se movía en armonía? ¿No habrían ayudado a más personas si hubieran actuado juntos? Solo escuché sus voces susurrar ‘Yo’ como quien hace llover o que el terremoto se mueve sobra la gran madre. Pero esa palabra es una nube, una ola entre el rugir del mar, un pequeño espejismos de lo que creemos que somos. Uno de ellos entendió todo, y dijo: hoy tal vez no llevamos plumas sobre nuestras cabezas, pero llevamos sabiduría en el corazón.

sábado, 15 de junio de 2013

Onirismos/ Sombras



A veces sueño que no sueño nada. Esto es extraño, pues siempre me he considerado un onironauta, es una pasión desbordante por navegar en medio de esas olas de colores y figuras misteriosas. A veces creo poder sentir claramente algún beso furtivo de algún amor que nunca conoceré. Otras, sueño que me persiguen y me canso y me caigo y me levanto y me desespero y de pronto despierto. Pero una vez, soñé que dormía, apacible en mi cama. Morfeo quizás había depositado grandes cantidades de polvo de sueño. Pero me veía a mí mismo dormido pero a su vez era consciente del yo en esa cama. Veía como sentía mi propia presencia en la habitación como un doppelganger que no sabía reconocer. Buscaba entre mis ropas que de pronto se habían metamorfoseado en grandes ramas de árboles con muchas hojas algún resquicio por donde poder verme. Me perseguía pues, a veces en la montaña, a veces en el mar. Pero siempre huía de mí, estaba en continua carrera contra mi yo. Finalmente agotado me desperté, me bañé, cambié y salí a dar un paseo. Encendí un cigarrillo, la mañana había amanecido helada y el abrigo que usaba no me daba tanto calor como desearía. De pronto una figura me perseguía, oscura y no lograba distinguirla por el rabillo de mi ojo. Empecé a caminar más y más rápido, de manera que en pocos instantes me encontré corriendo. Pero la figura me perseguía como mi propia sombra. Volví mi rostro para encontrarme conmigo mismo. Desperté. O quizás volví a dormir.

jueves, 13 de junio de 2013

Ayer a la 1:45 pm...



Ahí estaba. En la parada de buses dispuesto a tomar el colectivo hacia mi trabajo. Bajo el brazo un libro de buen tamaño me acompañaba. ‘Carpe diem’ me dije. EL bus se acercó. Subí, miré a todos lados buscando un buen asiento. Nada. ‘Hoy ni modo’. Ahí iba de pie en el autobús con un conductor con síntomas de suicida. La gente me empezó a ver de pies a cabeza. Yo era un desorden completo. Una camisa holgada, jeans y tenis de los cuales uno tenía un hoyo que se notaba a mil kilómetros de distancia, quizás, pensé, tenía pinta de drogadicto regenerado (¿les mencioné el pelo largo y alborotado?) De pronto la ventana se iluminó, un rayo de luz me cubrió completamente y pues Siddhartha al momento de su iluminación no era nada. Empecé a hablar, de la existencia del ser y sus crisis existenciales, de la etiología del sufrimiento humano, la visión ontológica del ser humano, de la salvación del ser a través de la aniquilación del ego y por qué siempre que se nos cae una rebanada de pan con mantequilla cae del lado de la mantequilla. Todos empezaron a escucharme a juntarse rededor mío, me escuchaban como un verdadero profeta. ‘No dejen que le tiempo los posea, ustedes posean al tiempo; no dejen que nada los angustie; sigan sus sueños y no dejen que nada los detenga’. Todos los pasajeros me miraban alelados, casi de rodillas, cuando de pronto: ‘¡Vaya los del centro!‘Aquí me quedo señores y señoras, gracias por su atención, pero voy tarde para el trabajo, me come el tiempo y tengo demasiado trabajo pendiente’.