Ese día el abuelo empezó a hablar en el círculo de danza:
Todo es un círculo, lo que haces te regresa, lo que no haces te regresa. Todo
es un continuo movimiento circular: las galaxias, los sistemas, incluso los
cometas vuelven de cuando en cuando mostrándonos la maravilla de lo que hay más
allá de los cielos. Pero el universo no solo es un ente que se mueve a placer,
se mueve de tal manera que todo lo que hay en él se mueve, una danza que se
mueve armónica, en pequeños pasos. La tierra gira sobre sí misma y a la vez
alrededor del sol, así existen el día y la noche, el mundo recibiendo la
energía diurna y la energía nocturna, pero no solo está la tierra, están los
demás planetas, Júpiter, por ejemplo, evita que las estrellas que caen lleguen
a nosotros. Todo se mueve en armonía. Se calló. Un silencio envolvió su rostro.
Se levantó, acercó un pequeño paquete de piel, parecía envolver algo.
Desenrolló el paquete y salieron a la vista plumas, de vistosos colores, de
quetzal, guara, lechuzas, garzas, etc. Los ojos de los jóvenes brillaban. Bien
–les dijo el abuelo- les daré 8 plumas, 2 de cada color que quieran, pero antes
tienen que hacer algo por la comunidad. Esto no es una competencia, tienen que
hacer las cosas de todo corazón. Los espero la otra semana para ver que han
hecho.
Y así fue, los jóvenes anduvieron entusiasmados intentando
cada quien hacer la mejor obra por la comunidad. Pasó la semana.
Ahora ya estamos reunidos una vez más, dijo el abuelo, ahora
díganme que han hecho ustedes. ‘Yo le ayudé con los quehaceres a una abuela
toda la semana’ dijo uno, ‘Yo estuve cuidando de un señor enfermo’ dijo otro,
‘Yo le ayudé a unos niños huérfanos’ contestó otro.
Todos han hecho bien, contestó el abuelo con su voz ronca y
vieja como la montaña, pero ninguno es merecedor de las plumas. Todos se
quedaron pasmados ante esta respuesta. Ninguno los merece porque no actuaron
como deberían, ¿Acaso no les dije que el universo se movía en armonía? ¿No habrían
ayudado a más personas si hubieran actuado juntos? Solo escuché sus voces
susurrar ‘Yo’ como quien hace llover o que el terremoto se mueve sobra la gran
madre. Pero esa palabra es una nube, una ola entre el rugir del mar, un pequeño
espejismos de lo que creemos que somos. Uno de ellos entendió todo, y dijo: hoy
tal vez no llevamos plumas sobre nuestras cabezas, pero llevamos sabiduría en
el corazón.